De vez en cuando, la vida nos regala momentos que dan forma a nuestras perspectivas, guían nuestras acciones y profundizan nuestra determinación. Hoy, mientras visitaba a unos amigos en la Conferencia de Empresas de Florida (BEP ) organizada por la División de Servicios para Ciegos aquí en Orlando, tuve uno de esos momentos, cuando Tom Sullivan subió al escenario.
Nacido en 1947, Tom Sullivan no era solo un actor, sino el epítome de la resiliencia. Quedó ciego poco después de nacer debido a una retinopatía del prematuro. La vida de Tom no tuvo nada de ordinaria. Su trayectoria, relatada en su libro autobiográfico y en la película«If You Could See What I Hear» (Si vieras lo que oigo), dice mucho de la superación de la adversidad. Tom se aventuró en la música, la interpretación, la escritura y las charlas motivacionales, rompiendo a cada paso las ideas erróneas de la sociedad sobre la discapacidad visual.
Como crecí en los años 80, la historia de Tom resonó profundamente en mi juventud. Aunque su libro es un testimonio de su espíritu indomable y su determinación inquebrantable, la adaptación cinematográfica dio vida a su historia con todo lujo de detalles. Verla cuando era adolescente no era sólo un entretenimiento. Era una afirmación de que ser discapacitado visual no era una limitación, sino una oportunidad para ver el mundo de otra manera.
Nacido de padres inmigrantes cubanos en 1967, me enfrenté a mis propios retos. El viaje de Tom me sirvió de faro, guiándome en los momentos de duda e inculcándome la creencia de que podía superar cualquier obstáculo. La música, la fe y, más tarde, la tecnología se convirtieron en vías a través de las cuales canalicé mi energía, mis pasiones y mis aspiraciones.
Hoy, como padre, marido, autor, director general de Pneuma Solutions y conferenciante motivacional, miro atrás con gratitud. Gratitud por mentores como Tom, cuyas historias se convirtieron en la brújula de mi viaje.
Deseo fervientemente que «Si pudieras ver lo que oigo» se reintroduzca en el mundo con audiodescripciones. Aunque los libros tienen un encanto único, las películas, especialmente en nuestra era multimedia, tienen una capacidad sin igual para llegar a los corazones e inspirar el cambio. Una narración tan poderosa como la de Tom merece ser compartida, experimentada y celebrada ampliamente.
Escucharle hablar hoy no ha sido sólo un momento de reverencia; ha sido una armoniosa mezcla de reflexiones pasadas y aspiraciones futuras.
Gracias, Tom, por ser la estrella que me ha guiado en mi viaje y en el de muchos otros.
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